Medio sol se ocultaba en las sinuosas curvas del horizonte. Alcé el rostro. No quedaba nadie, nadie. Solo el anciano en su roca, mirando una lagartija en la tierra.
- Mírala, tan poco que comer y beber, y aun así esta viva.
Quedé callado. Me dolía todo, hasta el orgullo.
- ¿Sabes por que sigues acá? Porque no quieres ir por donde va el resto, porque sabes que debes ir tras la muralla.
- ¿Qué debo hacer, que debo hacer? ¿Cavar un túnel? ¿Lanzarme con una catapulta? ¿Poner dinamita, un taladro, golpear hasta reventarme la carne y los huesos?
- Estos animales se alimentan de cadáveres andantes. De aquellos que pierden la esperanza en todo, es su labor. Si quisieran podrían ir a otro lugar, pero no lo hacen, saben que muchos se rinden aquí y siempre habrá carne fresca.
- Son bichos conformistas, nada más. No piensan.
- Mmh... más o menos. No hacen otra cosa porque no saben nada más. – la lagartija exploraba la tierra. – tienes unas fuertes escamas.
- ¿Lle hablas a ese animalejo?
- No, te hablo a ti. Aquí solo se quedan los carroñeros y los bichos rastreros. Como no creo que comas muertos solo te queda la otra alternativa.
- ¡Caramba! Ahora me llamas reptil.
- Tú elijes. O enfrentas las adversidades y vas tras tu meta… o acostúmbrate a caminar en cuatro patas.
- He hecho todo lo posible, nada funciona.
- Muchacho, cuando llegaste te hice una pregunta y la repetí. Haz respondido bien, pero olvidas ciertas cosas.
- ¿Cuáles? Las personas seguimos nuestro camino, hacia allá vamos. No tenemos que pensar cada paso sino estaríamos estáticos haciendo cálculos en el mismo lugar.
- Eso esta bien, piensas de una manera correcta. No debes parar, pero no puedes ir a ciegas.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿si consigues cruzar, como harás para que te dé la brújula?
- Pues… no pensé en eso.
- Entonces te la daré ahora, si no pasas me la devuelves. Sácala de la bolsa.
Abrí la bolsa y encontré varias cajas cerradas.
- ¿En cual de esas está?
- ¿Acaso no sabes donde está? Pensé que para encontrar algo se debe “buscar, buscar, buscar”. Vamos. ¿Qué esperas?
- Búrlate, verás que la encontraré.
Revise una a una las cajas, tenían cosas verdaderamente extrañas y en ningún lado se veía la brújula.
- ¿Y bien?
- Hiciste trampa, aquí no hay ninguna brújula.
- Si que la hay, ¿has buscado bien?
- Claro que sí, mira. Solo hay hiervas, engranes, tornillos, chatarra, papeles… y estas cosas que no se qué son.
- “Buscar, buscar, buscar”, seguiste el procedimiento, pasaste la brújula por tus manos y no la encontraste.
- ¿Estas cosas raras son brújulas?
- No. Eso que llamaste chatarra es la brújula… en pedazos. Buscar es solo parte del método, la otra parte es saber qué estas buscando. Si estuvieses frente a una puerta que se abre con cierto tipo de llave, pero no supieras cual es esa llave, no te serviría de gran cosa buscar y buscar.
¿Esa era la razón por la que no pase? ¿Eso es lo que me faltaba? Miles de preguntas y conclusiones explotaron en mi cabeza. El ruidote la lagartija entre los metales me sacó de la cascada de sinapsis.
- No creo que me quede a reptar contigo. – miré al anciano. – Arma la brújula, el sol esta a punto de ocultarse, la apuesta aun no la pierdo.
- Con gusto.
Vientos fríos ya soplaban barriendo mis dudas. El dolor apenas había disminuido pero estaba en pie, mirando nuevamente la muralla, con una parte de los ladrillos hecha pedazos, con el ariete abandonado a unos pasos, las sogas tiradas entre las rocas… y su gran tamaño.
- Toma, date prisa o tendrás que devolvérmela.
- No sucederá. Gracias por la ayuda. – estrechamos las manos. – Bueno, ahí voy.
Caminé hacia la muralla, listo para enfrentar de nuevo la prueba. Para subir, manteniendo la cabeza en alto…
- Mírala, tan poco que comer y beber, y aun así esta viva.
Quedé callado. Me dolía todo, hasta el orgullo.
- ¿Sabes por que sigues acá? Porque no quieres ir por donde va el resto, porque sabes que debes ir tras la muralla.
- ¿Qué debo hacer, que debo hacer? ¿Cavar un túnel? ¿Lanzarme con una catapulta? ¿Poner dinamita, un taladro, golpear hasta reventarme la carne y los huesos?
- Estos animales se alimentan de cadáveres andantes. De aquellos que pierden la esperanza en todo, es su labor. Si quisieran podrían ir a otro lugar, pero no lo hacen, saben que muchos se rinden aquí y siempre habrá carne fresca.
- Son bichos conformistas, nada más. No piensan.
- Mmh... más o menos. No hacen otra cosa porque no saben nada más. – la lagartija exploraba la tierra. – tienes unas fuertes escamas.
- ¿Lle hablas a ese animalejo?
- No, te hablo a ti. Aquí solo se quedan los carroñeros y los bichos rastreros. Como no creo que comas muertos solo te queda la otra alternativa.
- ¡Caramba! Ahora me llamas reptil.
- Tú elijes. O enfrentas las adversidades y vas tras tu meta… o acostúmbrate a caminar en cuatro patas.
- He hecho todo lo posible, nada funciona.
- Muchacho, cuando llegaste te hice una pregunta y la repetí. Haz respondido bien, pero olvidas ciertas cosas.
- ¿Cuáles? Las personas seguimos nuestro camino, hacia allá vamos. No tenemos que pensar cada paso sino estaríamos estáticos haciendo cálculos en el mismo lugar.
- Eso esta bien, piensas de una manera correcta. No debes parar, pero no puedes ir a ciegas.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿si consigues cruzar, como harás para que te dé la brújula?
- Pues… no pensé en eso.
- Entonces te la daré ahora, si no pasas me la devuelves. Sácala de la bolsa.
Abrí la bolsa y encontré varias cajas cerradas.
- ¿En cual de esas está?
- ¿Acaso no sabes donde está? Pensé que para encontrar algo se debe “buscar, buscar, buscar”. Vamos. ¿Qué esperas?
- Búrlate, verás que la encontraré.
Revise una a una las cajas, tenían cosas verdaderamente extrañas y en ningún lado se veía la brújula.
- ¿Y bien?
- Hiciste trampa, aquí no hay ninguna brújula.
- Si que la hay, ¿has buscado bien?
- Claro que sí, mira. Solo hay hiervas, engranes, tornillos, chatarra, papeles… y estas cosas que no se qué son.
- “Buscar, buscar, buscar”, seguiste el procedimiento, pasaste la brújula por tus manos y no la encontraste.
- ¿Estas cosas raras son brújulas?
- No. Eso que llamaste chatarra es la brújula… en pedazos. Buscar es solo parte del método, la otra parte es saber qué estas buscando. Si estuvieses frente a una puerta que se abre con cierto tipo de llave, pero no supieras cual es esa llave, no te serviría de gran cosa buscar y buscar.
¿Esa era la razón por la que no pase? ¿Eso es lo que me faltaba? Miles de preguntas y conclusiones explotaron en mi cabeza. El ruidote la lagartija entre los metales me sacó de la cascada de sinapsis.
- No creo que me quede a reptar contigo. – miré al anciano. – Arma la brújula, el sol esta a punto de ocultarse, la apuesta aun no la pierdo.
- Con gusto.
Vientos fríos ya soplaban barriendo mis dudas. El dolor apenas había disminuido pero estaba en pie, mirando nuevamente la muralla, con una parte de los ladrillos hecha pedazos, con el ariete abandonado a unos pasos, las sogas tiradas entre las rocas… y su gran tamaño.
- Toma, date prisa o tendrás que devolvérmela.
- No sucederá. Gracias por la ayuda. – estrechamos las manos. – Bueno, ahí voy.
Caminé hacia la muralla, listo para enfrentar de nuevo la prueba. Para subir, manteniendo la cabeza en alto…